lunes, 1 de agosto de 2016

Astenia sentimental

Es difícil reconocer cuando uno sufre astenia sentimental. La astenia sentimental es una falta total y absoluta de ganas de enamorarse. O más bien, una falta de sobrellevar todo lo que ello conlleva. Cuando sientes nostalgia de unos sentimientos que muy probablemente ni siquiera fueron como los recordamos.
Es curioso como dejamos macerar los sentimientos para poder convertirlos en algo medianamente potable y así poder echarlos de menos. En el presente se ve inalcanzable, imposible de volver a vivir. Personas a las que se acaba aborreciendo, con el paso del tiempo vuelven para construir un pasado perfecto, lleno de películas bajo la manta y comida a domicilio.
¿Por qué somos tan estúpidos? ¿Por qué grabamos en nuestra memoria recuerdos que nunca ocurrieron cuando ni siquiera somos capaces de construir un presente de verdad? La melancolía es una droga, una droga que engancha. Parece mucho más fácil pensar en lo que hicimos mal, en lo que falló, en lo que pudo ser pero no fue antes que actuar de forma correcta en el presente. Atemorizados nos encontramos, encerrados en nuestros recuerdos de juventud, de locuras, de cuando molábamos. Cuando íbamos rompiendo corazones y viviendo intensas aventuras de amor dignas de película.
Pero, ¿todo eso es real? ¿Todo lo hemos vivido? ¿O quizá somos demasiado vulnerables y no queremos reconocer que nuestro pasado, cuando era presente, solo aspiraba a un pasado anterior, obviando un futuro, que ahora es presente y que se nos escapa de las manos hablando en pretérito?
¿Qué tan malo tiene el presente que lo dejamos deslizarse entre el pasado y el futuro? Desear, desear y desear. Trabajar para el futuro, vivir para el futuro, cuidarse para el futuro. Deseo, deseo, deseo. El presente es fugaz, tan liviano que parece que no importa. En cada parpadeo se nos escapa de las manos, se torna en pasado y el futuro asoma todas las noches en la cama cuando planificamos lo que vamos a hacer al día siguiente.
El presente es imposible de atrapar, por eso se nos antoja tan anodino. ¿Para qué hacer nada? Ya construiremos un bonito recuerdo de todos los momentos que hemos pasado pensando en el futuro. El hermano mediano del tiempo, nunca será el primero, pero tampoco será el último; bailando en un limbo en el que pasan de largo ante nuestros ojos todas las oportunidades, amores y programas del corazón que podamos aguantar.
Si el presente es así, lo que al menos podemos esperar de él es que nos deje sentarnos a construir nuestra vida moldeando los recuerdos de un presente caduco para construirnos una realidad sobre la que puedan escribir nuestro epitafio. Si el pasado lo construimos y el futuro lo imaginamos, ¿qué margen nos queda para percibir una realidad que se antoje real? Nunca sabremos lo que será, vivimos en una realidad virtual constante en la que fabricamos nuestras percepciones y sentimientos.
Quizá esa astenia sentimental sea nuestro estado natural. Si estamos en pareja, pensaremos que podemos aspirar a algo mejor, pensando un futuro ideal; si estamos solteros la astenia sentimental se presenta cuando vivimos intensamente el pasado y hacemos caso omiso al futuro. El arduo trabajo de procesar sentimientos pasados son una forma de agotarnos.
Cuando nos sentemos a enjuiciar el pasado y a evaluarlo de una forma objetiva, nos daremos cuenta que no era tan maravilloso eso que fue, que el presente lo podemos atrapar entre parpadeo y parpadeo y que el futuro está para reírnos de él, ya que nos costará muchos años, una vez se haya convertido en pasado, procesarlo y saber lo que fue en realidad.
Cuando nos eche humo la cabeza, pero todas las piezas hayan encajado podremos decir a boca llena que tenemos astenia sentimental. O que hemos madurado, como se suele decir en otros círculos.