La vida y la muerte se abrazan, convergen en el mundo
para llorar a sus muertos.
Cuerpos dormidos, carne inerte bajo la tierra que los
vio nacer. La muerte se pasea entre los recovecos de ciudades donde el silencio
molesta.
Nos observan, cargan sobre nuestras espaldas sus
gemidos de desesperación, extinguiéndose en la oscuridad del vacío, pidiendo
terminar lo que dejaron sin hacer.
Cementerios, último aliento de recibimiento, morada de
almas perdidas, cárcel de almas inocentes. Todas en el mismo sitio, pudriéndose
en el mismo lugar.
La longevidad del olvido, lápidas secas ansiosas de
lágrimas que les recuerden lo que era la vida.
Vírgenes que observan desde su divinidad mundana.
Caricias frías de mármol y piedra que observan los gemidos de niños, mayores y
ancianos desesperados, ansiosos por encontrar una respuesta que nunca llega
mientras sus cuerpos se descomponen. Preguntan a ángeles que se erosionan sin
saber qué contestar.
No recuerdan nada, no saben nada. Su amor, sus
temores, sus odios, todo se esfuma.
Se libran guerras, guerras del fin del mundo y nadie
llora. Los soldados están durmiendo y nadie sabe que hacer, nadie está a salvo.
Nunca se escapan, siempre los atrapa.
Puñados de polvo que alimenta el dolor de una tierra
que no deja de gritar y con ella todos los repudiados, los olvidados, los que
duermen como vivieron.
En su parcela, en su infinita morada de un metro
cuadrado recuerdan todo lo que rechazaron en esta vida esperando encontrar en
la siguiente.
Oscuridad, negrura, el espesor de una noche que dura
para siempre.
Pasado, presente y futuro, todo se resumen en un solo
tiempo: jamás. El jamás de las cosas que quedaron sin terminar, que les
recuerda que el tiempo solo tiene una dirección; palabra pegada a carne,
pellejo y huesos, incluso después de ser convertidos en polvo.
El vacío de dejar de ser lo que ya no se volverá a
ser jamás.
La energía reclama lo que es suyo.
Somos uno y tarde o temprano tendremos que volver a
la unidad que desde el momento que nacemos nos reclama desde la
oscuridad de la nada.
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