viernes, 1 de mayo de 2015

¡Oh, capitán, mi capitán!

"¡Hurra por los que cayeron;
por los barcos que se hundieron en el mar
y por los que perecieron ahogados!
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto
como los héroes más grandes de la historia."

(Walt Whitman, Canto a mi mismo)

Últimamente estoy obsesionado con rodearme de gente que aporte cosas buenas a mi vida. Es un trabajo bastante duro porque tengo tendencia a dejarme seducir por lo que me causa problemas, tengo un carácter masoquista contra el que lucho continuamente. Si no me causa problemas creo que le falta algo. La estabilidad, la monotonía y la tranquilidad son asuntos de geriátrico.
Por eso cuando empecé a hacer el esfuerzo de rodearme solo de lo que me aportara algo bueno hubo una época en la que estaba demasiado sosegado, sentía que había pisado el freno y me preparaba para entrar en una etapa en la que el mayor reto iba a ser no quemarme con el caldo de la sopa. Pero con el tiempo cuando las aguas revueltas se calmaron noté como comenzaban a moverse de nuevo y a balancearse en armonía; me di cuenta que la tranquilidad no es más que un estado intermedio entre la zozobra y el movimiento. Inauguré un ciclo en el que navegaba sin la preocupación de tener que agarrarme al timón para que la braveza de las aguas no me revolcaba por los suelos,  la tormenta se convirtió en travesía y mirando al frente, viento en popa a toda vela, surqué los mares sin el más mínimo rastro de barcos piratas.
Pero para llegar a ese punto tuve primero que cargar el barco con la mejor tripulación, esa que es capaz de tomar el relevo al capitán si es necesario y de ayudarle a encontrar de nuevo el camino si se lía con el mapa. Me siento agradecido de tener una maravillosa tripulación que me ayuda a zarpar cada día. Gracias a los que llevan conmigo toda la vida, a los que se van uniendo en cada muelle y, por qué no, también a los que he tenido que tirar por la borda.
Pero, porque la vida es así y no siempre hay que cuestionarla, tenemos que llegar a puertos para que parte de la tripulación se baje, ya han cumplido con su labor y tienen que ayudar a otros barcos que van a la deriva. En estos días hay una marinera que se baja de mi barco. Me ha enseñado a coger con fuerza el timón y a marcar la hoja de ruta. Lo último que le quedaba por enseñarme es a, desde la lejanía del puerto, despedirme manteniendo el rumbo sin tener un segundo de a bordo.
Gracias marinera por ser capitana disfrazada de grumete, por enseñarme a ser un buen patrón sabiendo arriar las velas cuando sopla el viento en mi contra e izarlas cuando va a mi favor. Echaré de menos tus fuertes manos en cada giro. Eres la Rosa sin espinas que todo el mundo necesita para saber que la guerra solo está fuera cuando la llevamos dentro y que los taxis libres siempre nos estarán esperando. Desde mi puesto de control puedo visualizar el ancho mar que se me abre ante los ojos y gracias a ti sabré no perderme entre las olas. Te has encargado de ponerme el salvavidas en plena tempestad y como todo superviviente me siento en deuda contigo. 
Te quedas en el puerto esperando a otros capitanes para enseñarles la difícil tarea de sobrevivir a los vendavales, pero ten la seguridad de que en cada atraque nos reuniremos en la cantina, entonaremos cánticos de victoria y brindaremos por una exitosa travesía.

MERCEDES SOSA. "TODO CAMBIA" [Canción]:


NINA SIMONE. "TOMORROW IS MY TURN" [Actuación]:


LOLA FLORES. "POR FIN" [Canción]: