sábado, 11 de abril de 2015

Como la (pasión por la) copla no hay ná

"Es un río de sentimientos,
un camino de recuerdos.
Son tristezas y alegrías
que en mi alma han dibujado
el pincel de mi ilusión,
es mi razón de vivir,
una locura sin fin".

(Marifé de Triana, Muero por la copla)

Quizá a más de uno el título de esta entrada le suena, es una frase que suelo utilizar mucho porque es el título del nuevo single de la artista Nacha La Macha. He decidido arrancar así porque llevo una semana en la que he estado rodeado de pasión por todos lados. La pasión con mayúsculas, como la de Cristo, y también la que se siente en cuerpo y alma por algo.
Siempre anda muy presente la copla y el flamenco en mi vida, pero esta semana se ha acentuado. En primer lugar porque como os decía Nacha la Macha ha estrenado el videoclip de su último single, Como la copla no hay ná, un bonito, sentido y pasional homenaje a todo lo relacionado con este estilo musical, algo de lo que estamos agradecidos aquellos quienes la vivimos más allá de los compases de sus instrumentos. 


Así que me vais a permitir que hable de Nacho, el responsable del personaje de Nacha La Macha, una persona que vive intensamente todo lo que le apasiona y que para mí es el paradigma del tema que estamos tratando: la pasión por lo que uno hace. Comenzó haciendo imitaciones de Alaska, pero no tardó en revelarse como lo que es, un artista que gracias a su tesón se convirtió en el estandarte de la copla; entrar en un local y escuchar de su boca Maruja Limón, Limosna de amores o Esclava de tu amor es un sentimiento que a los amantes de la copla nos emociona.
Nacha La Macha es el espíritu del transformismo a la vieja usanza. Verla actuar es oler el humo del tabaco, la clandestinidad de los locales y el ambiente homofestivo de la dictadura. Es el nexo de unión entre lo que fuimos y lo que somos como colectivo. Desde la libertad que hoy tenemos, Nacha nos vuelve a interpretar temas que grandes transformistas han cantado mirando por el rabillo del ojo por si entraban los grises; le ha quitado el olor a naftalina a los trajes guardados por tantas otras estrellas que dejaron un hueco difícil de llenar. Imposible verla y no recordar a El Titi,  Paco España o Antonio Amaya.
Esa es su pasión que también acarrea una gran responsabilidad, que no es otra que la de llevar a sus espaldas la voz de tantos artistas que dieron su vida por la copla, trasladándolas a un siglo donde la pasión se entiende como el perreo en una pista de baile.
Además, estaba semana también ha habido hueco para la otra pasión, como la de Cristo. Y de ello ha sido responsable el diario de una película, Amo que te amen, del director Gonzalo García-Pelayo e interpretado, cómo no, por la omnipresente Nacha La Macha.


Es difícil de describir todas las sensaciones que supone este experimento audiovisual. Me niego a catalogarlo como película porque va más allá de eso. Imaginad una obra artística que es al mismo tiempo película, teatro y libro. ¿Vosotros lo llamaríais película? Yo tampoco.
Ahora está muy en boga la transmediabilidad en la comunicación: revistas que en edición impresa también se pueden disfrutar por Internet, comprarlas para meterlas en el E-book o escucharlas en un podcast. Eso es la transmediabilidad, poder disfrutar un mismo producto comunicativo en diferentes soportes. Pues bien, Gonzalo GarcÍa-Pelayo ha conseguido trasladar este concepto, un signo de nuestro tiempo, a la forma de hacer cine. Y no solo lo ha trasladado sino que también lo ha transformado. No se limita a llevar su discurso a diferentes soportes, sino que mete todos los soportes de forma simultánea al servicio del discurso. Quizá suena un poco enrevesado, pero es que no hay otra forma de explicarlo. 85 minutos de metraje donde estás disfrutando una película, pero sin darte cuenta resulta que es una obra de teatro y que por su estructura narrativa también estás leyendo un libro.
El discurso además de estar construido por la coincidencia de varios soportes artísticos, la creación está cimentada sobre diferentes capas de realidad. Se cuenta el diario de otra película, Copla, pero al mismo tiempo es el diario de la propia obra, es decir, habla sobre ella misma. Llega un momento en el que el espacio y el tiempo coinciden, describiendo algo que en el mismo momento está pasando. En un punto de la narración se relata: "He pensado que Nacha contará esta historia" y tienes la misma sensación que si viajas al pasado y te encuentras de frente con tu Yo pretérito, piensas que se creará una paradoja espacio-temporal y el universo se destruirá. Y así ocurrió. Pero gracias a que, como dice la obra, puede que todo sea verdad o puede que todo sea mentira, el orden natural universal siguió su curso habitual por miedo a ser destruido por algo que quizá no fuera cierto.
Y la pasión, como la de Cristo, va incrustada en esa narración que entre soportes, espacios y tiempos, nos deja desnudos ante su auténtico mensaje. Gonzalo García-Pelayo es extremadamente visionario y crea conceptos artísticos que nadie se ha planteado siquiera, pero también sabe llegar al tuétano de nuestro cuerpo con una historia que, al fin y al cabo, entre transmediabilidades y metahistorias, es lo que sacude al espíritu humano desde el tiempo de las cavernas. Es una obra protofuturista, narrando temas que afectan a la humanidad desde que el hombre es hombre con un lenguaje recién nacido de sus manos.
Seguiría hablando sobre esta obra horas porque no hay detalle que no se pueda analizar (entre otras cosas la interpretación de Nacha aunque ya ha recibido demasiados halagos por hoy) pero al final es una experiencia que cada persona tiene que vivir porque es una obra con vida propia, así que como ente independiente tendrá una relación diferente con cada persona con la que se encuentre.


Con estos dos ejemplos por montera solo me queda una última consideración: debemos dejarnos empujar por las increíbles historias de la gente que nos rodea, desde el barrendero que con toda satisfacción cumple con su trabajo hasta el artista, el creador o el amante que no vive para otra cosa que por su obsesión. Seamos pasionales, no nos dejemos amedrentar por la razón que nos retiene en pro de nuestra estabilidad emocional porque no hay nada mejor que estar absolutamente loco por algo que nos arrastra de los pelos. Pongámonos a la orden y servicio de nuestros empeños para poder levantar bien alta la cabeza y escupir en voz alta: ¡Cómo [ponga aquí su obsesión] no hay ná!

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