miércoles, 22 de abril de 2015

Rendirse no es perder

"No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo."

(Mario Benedetti, No te rindas)

Hoy intenté escribir una entrada para el blog y tras mucho repasarla me di cuenta que aún no estaba preparado para escribir nada sobre el tema. He estado todo el día con un sentimiento de derrota que no me dejaba ni pensar, replegando el ejercito y mandándolo a casa entre cánticos de derrota. Pero ahora, justo antes de cerrar la tapa del ordenador, el sentimiento ha cambiado.
He pensado que estos sentimientos de vencimiento son una oportunidad para reconocer los fallos, los errores y las carencias. El momento en el que los enfrentamos, los entendemos y los asumimos como propios convertimos las desavenencias en  una oportunidad para sacar la valentía que llevamos dentro, una gran ocasión para crecer. Es la primera piedra para poner en marcha el mecanismo para comenzar a ser capaces.
Cuesta demasiado reconocer que no das la talla, pero lo importante es quedarse con el sentimiento de fracaso y transformarlo, sacar a ondear la bandera blanca pidiendo una rendición y no esperar a estar cosidos a balazos para aceptar que hemos perdido. Hay millones de condiciones que pueden hacer que no lleguemos a nuestro objetivo y muchas de ellas están tan lejos de nuestro alcance que es absurdo inmolarse por ello. Se ha puesto toda la carne en el asador y, después de todo, se ha quemado, ¿y qué? 
Los fans de Paulo Coelho dirían: "No lo intentes, hazlo". Y una mierda. Intentarlo es tan legítimo como conseguirlo. Vivimos en una sociedad donde la competencia es nuestro pan de cada día, tenemos que ser los mejores profesionales, los mejores novios, los mejores amigos; nos levantamos todas las mañanas para salir a ganar, a llevarnos el premio gordo y el resultado es una muchedumbre de personas volviendo a casa derrumbadas, cepillándose los dientes antes de irse a dormir para intentar quitarse el sabor aún fresco del fracaso de la boca. 
No debemos dejarnos llevar por el resultado sino por el proceso. El proceso es algo vivo, puedes interactuar con él. El resultado, en cambio, es algo aburrido, sin vida, un cúmulo de intentos de distintos agentes que acaban confluyendo en un mismo punto. 
Esto no es un argumento válido para vagos y maleantes, nada justifica que no nos dejemos la piel por lo que realmente nos apasiona, pero si no lo conseguimos no pasa nada, no es el momento o no hemos estado a la altura, para poder estarlo hay que subir muchos escalones. Lo importante es ser conscientes que a veces nos equivocamos, otras que somos unos vagos o que la vida nos pone la zancadilla; estudiar nuestra imperfección es el primer paso para ser perfectos.
Giremos la cabeza, miremos las zonas negras de nosotros y pongámonos a trabajar en ellas. No asumamos que somos unos perdedores solo porque lo hemos intentado y no nos ha salido. Intentarlo no es quedarse parado y esa energía que generamos es la que necesitamos para ser cada día un poco mejores. No pasa nada que nos tengamos que sentar en una piedra en mitad del camino, volver al punto de partida y empezar de nuevo. Hacerlo todo perfecto es aburrido, no nos damos la posibilidad de demostrar nuestra increíble capacidad de regenerarnos, de tener la satisfacción de superar trabas y llegar más lejos de lo que lo hicimos ayer.
Vayamos paso a paso hacia lo que queremos, con la vista clara y el paso firme, pero también necesitamos que nos tiemblen las piernas y hacer la croqueta rodando cuesta abajo. Levantémonos, volvamos a intentarlo con el paso aún más firme y recemos porque si nos volvemos a caer, que sea un poco más arriba de donde lo habíamos dejado. Y si al final vemos que no podemos, miremos de reojo, seguro que hay otro camino más llano con el que practicar y que no hemos podido ver porque nuestros maravillosos, perfectos y brillantes objetivos no nos lo habían dejado ver.

FANGORIA. "RENDIRSE NO ES PERDER" [Canción]:


LOLA FLORES. "SÍGUELA" [Canción]:


VAINICA DOBLE. "EL TIGRE DE GUADARRAMA" [Canción]:





sábado, 11 de abril de 2015

Como la (pasión por la) copla no hay ná

"Es un río de sentimientos,
un camino de recuerdos.
Son tristezas y alegrías
que en mi alma han dibujado
el pincel de mi ilusión,
es mi razón de vivir,
una locura sin fin".

(Marifé de Triana, Muero por la copla)

Quizá a más de uno el título de esta entrada le suena, es una frase que suelo utilizar mucho porque es el título del nuevo single de la artista Nacha La Macha. He decidido arrancar así porque llevo una semana en la que he estado rodeado de pasión por todos lados. La pasión con mayúsculas, como la de Cristo, y también la que se siente en cuerpo y alma por algo.
Siempre anda muy presente la copla y el flamenco en mi vida, pero esta semana se ha acentuado. En primer lugar porque como os decía Nacha la Macha ha estrenado el videoclip de su último single, Como la copla no hay ná, un bonito, sentido y pasional homenaje a todo lo relacionado con este estilo musical, algo de lo que estamos agradecidos aquellos quienes la vivimos más allá de los compases de sus instrumentos. 


Así que me vais a permitir que hable de Nacho, el responsable del personaje de Nacha La Macha, una persona que vive intensamente todo lo que le apasiona y que para mí es el paradigma del tema que estamos tratando: la pasión por lo que uno hace. Comenzó haciendo imitaciones de Alaska, pero no tardó en revelarse como lo que es, un artista que gracias a su tesón se convirtió en el estandarte de la copla; entrar en un local y escuchar de su boca Maruja Limón, Limosna de amores o Esclava de tu amor es un sentimiento que a los amantes de la copla nos emociona.
Nacha La Macha es el espíritu del transformismo a la vieja usanza. Verla actuar es oler el humo del tabaco, la clandestinidad de los locales y el ambiente homofestivo de la dictadura. Es el nexo de unión entre lo que fuimos y lo que somos como colectivo. Desde la libertad que hoy tenemos, Nacha nos vuelve a interpretar temas que grandes transformistas han cantado mirando por el rabillo del ojo por si entraban los grises; le ha quitado el olor a naftalina a los trajes guardados por tantas otras estrellas que dejaron un hueco difícil de llenar. Imposible verla y no recordar a El Titi,  Paco España o Antonio Amaya.
Esa es su pasión que también acarrea una gran responsabilidad, que no es otra que la de llevar a sus espaldas la voz de tantos artistas que dieron su vida por la copla, trasladándolas a un siglo donde la pasión se entiende como el perreo en una pista de baile.
Además, estaba semana también ha habido hueco para la otra pasión, como la de Cristo. Y de ello ha sido responsable el diario de una película, Amo que te amen, del director Gonzalo García-Pelayo e interpretado, cómo no, por la omnipresente Nacha La Macha.


Es difícil de describir todas las sensaciones que supone este experimento audiovisual. Me niego a catalogarlo como película porque va más allá de eso. Imaginad una obra artística que es al mismo tiempo película, teatro y libro. ¿Vosotros lo llamaríais película? Yo tampoco.
Ahora está muy en boga la transmediabilidad en la comunicación: revistas que en edición impresa también se pueden disfrutar por Internet, comprarlas para meterlas en el E-book o escucharlas en un podcast. Eso es la transmediabilidad, poder disfrutar un mismo producto comunicativo en diferentes soportes. Pues bien, Gonzalo GarcÍa-Pelayo ha conseguido trasladar este concepto, un signo de nuestro tiempo, a la forma de hacer cine. Y no solo lo ha trasladado sino que también lo ha transformado. No se limita a llevar su discurso a diferentes soportes, sino que mete todos los soportes de forma simultánea al servicio del discurso. Quizá suena un poco enrevesado, pero es que no hay otra forma de explicarlo. 85 minutos de metraje donde estás disfrutando una película, pero sin darte cuenta resulta que es una obra de teatro y que por su estructura narrativa también estás leyendo un libro.
El discurso además de estar construido por la coincidencia de varios soportes artísticos, la creación está cimentada sobre diferentes capas de realidad. Se cuenta el diario de otra película, Copla, pero al mismo tiempo es el diario de la propia obra, es decir, habla sobre ella misma. Llega un momento en el que el espacio y el tiempo coinciden, describiendo algo que en el mismo momento está pasando. En un punto de la narración se relata: "He pensado que Nacha contará esta historia" y tienes la misma sensación que si viajas al pasado y te encuentras de frente con tu Yo pretérito, piensas que se creará una paradoja espacio-temporal y el universo se destruirá. Y así ocurrió. Pero gracias a que, como dice la obra, puede que todo sea verdad o puede que todo sea mentira, el orden natural universal siguió su curso habitual por miedo a ser destruido por algo que quizá no fuera cierto.
Y la pasión, como la de Cristo, va incrustada en esa narración que entre soportes, espacios y tiempos, nos deja desnudos ante su auténtico mensaje. Gonzalo García-Pelayo es extremadamente visionario y crea conceptos artísticos que nadie se ha planteado siquiera, pero también sabe llegar al tuétano de nuestro cuerpo con una historia que, al fin y al cabo, entre transmediabilidades y metahistorias, es lo que sacude al espíritu humano desde el tiempo de las cavernas. Es una obra protofuturista, narrando temas que afectan a la humanidad desde que el hombre es hombre con un lenguaje recién nacido de sus manos.
Seguiría hablando sobre esta obra horas porque no hay detalle que no se pueda analizar (entre otras cosas la interpretación de Nacha aunque ya ha recibido demasiados halagos por hoy) pero al final es una experiencia que cada persona tiene que vivir porque es una obra con vida propia, así que como ente independiente tendrá una relación diferente con cada persona con la que se encuentre.


Con estos dos ejemplos por montera solo me queda una última consideración: debemos dejarnos empujar por las increíbles historias de la gente que nos rodea, desde el barrendero que con toda satisfacción cumple con su trabajo hasta el artista, el creador o el amante que no vive para otra cosa que por su obsesión. Seamos pasionales, no nos dejemos amedrentar por la razón que nos retiene en pro de nuestra estabilidad emocional porque no hay nada mejor que estar absolutamente loco por algo que nos arrastra de los pelos. Pongámonos a la orden y servicio de nuestros empeños para poder levantar bien alta la cabeza y escupir en voz alta: ¡Cómo [ponga aquí su obsesión] no hay ná!

sábado, 4 de abril de 2015

Prácticas consuetudinarias de la idiosincrasia extravagante

"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra."

(Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven. 1968)


La vida es una puta mierda. Así, sin matices, y os voy a decir por qué. Nos la pasamos llenándola de expectativas, constantemente cambiantes, para asegurarnos que nunca lleguemos a tener una plenitud. Tiene una esencia bipolar que me pone de los nervios, si consigues lo que quieres te quedas sin aspiraciones, si las persigues, acabas agotado y si no llegas a ellas ya ni te cuento. Persigues cosas atadas a una cuerda de la que van tirando cada vez que te vas acercando. 
Ahora sí, lo peor de todo es que te quedes sin aspiraciones, como cuando acaba una serie y ponen el punto final. Sabes que no hay nada más allá y no puedes esperar más. Es ver al Coyote atrapando al Correcaminos. 
La bipolaridad también me trae de cabeza. Nos pasamos los años preocupándonos, labrándonos un futuro, un cuerpo y una mente. Estamos a dietas estrictas, estudiando como cabrones y con una cuenta de ahorro con expectativas que vaya creciendo. Y de repente piensas qué sentido tiene si te vas a morir, no vale la pena tomarse nada en serio. Así que decides vivir alegremente, disfrutando la vida, pero te das cuenta que para ser feliz a lo mejor tienes que ser un poco más delgado, un poco más listo y un poco más rico. Y entras en un círculo donde quieres todo eso, pero sin esforzarte, pudiendo también disfrutar de una vida vaporosa; te preguntas si todo consiste en un trabajo duro o un saber no tomarse en serio. Eso sí, la respuesta depende de lo delgado, listo y rico que seas en el momento que lo piensas.
Ahora bien, no siendo suficiente con responderte ciertas preguntas vitales, también tienes que encargarte que la gente sepa y perciba la maravillosa vida que tienes. Aunque bueno, con las redes sociales esta ingente tarea es más liviana. Solo tienes que mostrar tu vida a través de fotos con muchos filtros, filtrando toda la mierda que no quieres que se vea. Y de repente eres delgadísimo pesando 100 kg, una persona muy interesante colgando frases trascendentales de señores que no sabes ni quieres son y con mucho dinero gracias a colarte en hoteles de 5 estrellas para hacerte la foto. La vida digital se convierte en el Jardín de las Delicias, la real sigue siendo una puta mierda, pero con cada like se te olvida un poco. Así que de repente decides seguir jugando a aparentar, inventando un modus vivendi que sólo existe en código binario, ¡total!, siempre será mejor que la vida real donde tienes que conseguir las cosas y aunque te lo curres no tienes garantía de llegar a nada; y ¡ay de ti como llegues! Busca el amor incansablemente que cuando lo hayas encontrado ya te sentirás abrumado por la monotonía. Menudo regusto agridulce. 
Los fans de Paulo Coelho dicen "mi droga es la vida". Qué santa razón. Durante un rato se disfruta pero luego viene el bajón y el cargo de conciencia. La siguiente vez te lo piensas dos veces porque ya sabes lo que viene después. Así que eliges entre entregarte en cuerpo y alma sin pensar en las consecuencias o decides no volverla a probar más. El mundo está lleno de yonquis de la vida: la viven por encima de todos, esnifándola a base de pisotones, egoísmos y, curiosamente, trivialidades. Parece ser que para vivir la vida hay que destrozársela a los demás, supongo que así tocan a más parte estos licántropos de energía vital. En el lado opuesto están los abstemios, que no dan un solo paso por el miedo a la resaca del día siguiente. Los puedes ver colocaditos en sus asientos del metro, leyendo 50 Sombras de Grey y con el tupper de comida en la bolsa de Body Bell, esperando a que venga un licántropo y les chupe la poca vida que les queda. Qué más da, ellos tampoco la usan tanto. Han aprendido a conformarse; se resignan con lo que tienen viendo sus sueños no alcanzados como en un álbum de fotos que se abre los domingos por la tarde pero que se vuelve a cerrar porque el lunes hay que madrugar. O añoran las oportunidades perdidas, dejando pasar la vida para recordarse constantemente que no son lo que habían soñado.
Y este es el dulce retrato familiar de la estripe humana; en nuestros recorridos en bus de camino al trabajo andamos preocupados porque todo esto ya lo sabemos, pero nos aplacamos los pensamientos con una buena sesión de gimnasio o un buen atracón (según en la fase que estemos), vemos los Sálvames y vivimos a través de las Rosas Benitos. Pobres mujeres, todo lo que tienen encima.
Así, año tras año, vamos pasando la vida, queriendo unas veces unas cosas y otras algo diferente, simulando que la vida es algo uniforme que tiene una finalidad concreta e inmutable y que, además, la conocemos.
Por todas estas cosas la vida es una puta mierda. Nos consuela saber al menos que es divertida, que tus aspiraciones están ligadas a como hayas dormido esa noche o lo que hayas desayunado. El maravilloso reto de no saber que es lo que te espera ni por dentro ni por fuera.
Estamos como autenticas cabras pero al menos, de vez en cuando, alcanzamos a vislumbrar que la vida es una maravillosa puta mierda por mucho que no sepamos por donde cogerla.

LUNA DE MIEL EN EL CARIO. "TOMAR LA VIDA EN SERIO" [Revista musical]:


FANGORIA. "LA RAZÓN DE VIVIR" [Canción]:



ZAZIE. "JE VEUX" [Actuación]:


COCOROSIE. "FAIRY PARADISE" [Actuación]: